lunes, 15 de diciembre de 2008

Hoy maté a mi madre

Hoy maté a mi madre. No era tan difícil al final. Ni miedo. Ni dubitaciones. Ni cargo de conciencia. Ni temor de Dios. Ni tristeza. Ni lágrimas siquiera. Solo maté a mamá. Y dejó de quejarse para la eternidad. Le temía sí a su eterna vocecita chillona, temía soñar con ella para siempre, bueno, hasta que me muera yo también, quiero decir. Y no. Cesó. Solamente cesó. Ya no existe. Ahora recuerdo que ya unos días antes, venía a mi recuerdo de una manera menos insistente que antaño. Yo que pensé que su chillona voz guiaría mi cuchillo o la bala que utilizara o el pensamiento o el sueño delicioso … no. Es como si la idea se hubiera hecho presente en el momento mismo del hecho o como si el hecho fuese idea, pero era tan real, yo lo vi. Los sueños tienen olor?
Tenía olor. Olor tan real como el tufo del tren un día de noviembre. Hoy maté a mi mamá. Pero ella me había dado muerte hace tanto tiempo…

2 comentarios:

pepe pompín dijo...

(meli por fin paso!!!)

no hay forma con los padres, aunque los mataras seguirías escuchando sus quejas!! (en tus propias quejas) besito!!!

lau

pd: por favor habilitá las encuestas sobre los emos y la duración de las ponencias!! :P

Melina Sánchez dijo...

lau¡, recién leo el comentario, gracias, estoy colgada con internet, voy a rehabilitar pronto la encuesta.
besos