jueves, 17 de mayo de 2012

Varios años después las tías seguían usando aquellos camisolones de lentejuelas y hombreras inmensas cuando los bailes de la cuadra en las ansias de que reconquistados por el brillo gastado de lo que antes fue nuevo los tíos, también ellos entrados en kilos y con falta de depilación les hicieran el amor como en la adolescencia, cuando habían empezado a tener hijos después de los primeros calores, después de las primeras florcitas que los pibes se animaban a regalarles. Pobres mujeres, las tías, no tenían gimnasio porque no tenían plata para él, no tenían ropa nueva porque los pocos pesos había que gastarlos en los cuadernos de los niños grandes y en los pañales de los niños chicos que seguían llegando, porque si tanto tiempo estuvimos sin usar preservativo¡ y además alegran esta vida de mierda, nos hacen menos miserables, podemos ser útiles para alguien y el cura dijo que no importan cuántos sean, siempre traen un pan bajo el brazo... el problema es que con un solo pan es difícil que se alimenten muchos...

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