martes, 21 de octubre de 2008

Azco

Es inasible el mundo desde el rincón del baño adonde le puso el ataque de nervios.

Hasta el inodoro parece enorme. Y el espejo, cuando logra acercarse al lavatorio con la ayuda de unas manos que intentan darle una caricia de agua, devuelve al pedido de claridad, una visión atroz de lo real. Nueva entrada en pánico. Si vivir es ésto, no quiere. Otra vez al rincón.

Entre mocos, llantos, arcadas, la amargura transformada en resabios de comida se va por la cañería, y la sobremesa al tacho.

A veces es adorable. Hoy pudo ser peor.


Después del desasosiego vienen la calma y las ganas de dormir.

Varias horas más tarde, las maldad es castigada por el dolor de cabeza. Entre golpe y golpe le pide se apiade de él. Tiene tan cerca el frasco entero de aquellos confites blancos de mal sabor que le ayudarían a recuperar la profundidad del sueño que casi no lo alcanza.

Melina

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