domingo, 12 de octubre de 2008

El falcon de mi tío ( de "El rincón del güari".)

Hace muchos años yo tenía un tío viejo que todas las mañanas arrancaba su desvencijado falcon y a poco de girar la llave de contacto se le encendía la luz roja del aceite que indicaba un problemón debajo del capot.Como si esto fuera poco, ni bien recorría las primeras cuadras llevando a María, su mujer (o sea mi tía), debía soportar estoicamente los reproches que le hacía por no arreglar aquella falla que los iba a dejar a pie. Claro, mi tío vivía solo de su jubilación y la luz roja del tablero que se prendía con intermitencia a lo largo del trayecto, le anunciaba un impostergable desembolso de dinero y como podía, estiraba los tiempos, mientras la maldita luz roja le arruinaba las mañanas y aumentaba su gastritis al compás de los rezongos de mi tía.Un día mi tío se levantó inspirado y decidido a terminar con el problema que enfurecía a mi tía y le removía la úlcera. Levantó el capot, le pegó un tirón al cable del bulbo de aceite y listo. Aquella mañana le resultó más brillante a mi viejo tío. María viajó a su lado sin hacerle ningún reproche y la molesta luz roja dejó de aparecer ante sus ojos. Ya no le recordaba cada tanto que tenía que meter la mano al bolsillo y arreglar el motor.Así pasaron varios días en los que fueron y vinieron olvidándose que el falcon tenia un problema, porque ya la luz roja no se encendía más. Aquel fin de semana, el motor se fundió.

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